lunes, 14 de julio de 2008

Sara


Hace años escribí algo parecido a un relato erótico... La verdad q no sé si está muy bien, pero me trae recuerdos de lo que fantaseaba en aquella época.

Espero que os guste.




Aquel día, Sara estaba decidida a ir al sex shop que le habían recomendado. Sara era una chica muy tímida y sólo daba rienda suelta a sus fantasías en internet, con un nombre falso, sentía vergüenza de lo que pudiesen pensar de ella si le pedía a alguno de sus amantes que la azotase o la insultase, así que solo tenía contactos en un foro de internet. Una participante de aquel foro le recomendó un sex shop que estaba en su misma ciudad, de aquello hacía mas de un mes, pero por fin Sara se decidió a ir.

Nada más entrar en la tienda, sintió como su cara ardía, esto se acentuó cuando un guapo dependiente se le acerco ofreciéndole su ayuda, la cual rechazo...

Sara alucinaba viendo fustas, esposas, látigos... y un sinfín de objetos de los cuales desconocía su utilidad, Sara se sentía observada, allí había un hombre que la miraba de reojo. Al poco entró en la tienda una pareja, aquella pareja reía, se percibía una gran complicidad, se dirigieron al dependiente y le preguntaron algo que Sara no llegó a escuchar, el dependiente señalo los estantes donde ella se encontraba y la pareja sonriente se dirigió hasta allí.

Sara fue alejándose del lugar , se dirigió a otro desde donde pudiese observarlos disimuladamente, sin que ellos se diesen cuenta. Ella iba vestida con una minifalda muy corta y ajustada, que marcaba su trasero respingon. La pareja hablaba y reía a la vez que cogían algún objeto y el le hacía algún comentario.
Sara estaba tan absorta mirando que no se dio cuenta que el hombre que la observaba se acercaba a ella y la estudiaba... de repente el chico llamo al dependiente y sosteniendo una fusta en la mano le pregunto algo, a lo que el chico respondió afirmativamente, acto seguido la chica levantó su falda mostrando su trasero desnudo y su pareja probó en aquel mismo lugar la fusta, dejando unas pequeñas marcas rojizas en el trasero de ella.

Sara observaba aquella situación con envidia y alivio, alivio por saber que ella no era un bicho raro.

Sin tener dominio de sí misma, miro hacía un lado y hacia otro y no se percató de la presencia del hombre que la observaba , así que metió una mano por debajo de su falda y comenzó a acariciarse. Estaba totalmente empapada y su mano resbalaba por su coño, estaba tan excitada que no oyó los pasos del hombre que se le acercaba por la espalda, no noto nada hasta que sintió su aliento en su oído y una voz cálida que le decía:
- Te gustaría ser aquella chica, verdad?

Sara dejo inmediatamente de tocarse y sintió que estaba sonrojada, las mejillas le ardían, no sabía si girarse, ella ya sabía que la habían descubierto, el hombre le siguió susurrando en un tono autoritario que esa mano no debía de quedar manchada, que la limpiase con la boca.
Sara sin saber porque obedeció de inmediato y limpio cada rincón de su mano con la lengua recreándose en ello, lamió sus dedos despacio, aunque siguió inmóvil. Ella iba a girarse pero el hombre la detuvo amarrándole suavemente de la cintura y apretando su cara contra la de Sara:
- Aún no querida.
- Ahora te quedarás aquí y yo iré a contarle al dependiente y a aquella pareja lo que estabas haciendo aquí escondida. Susurro el hombre en su oído.
Sara quedó paralizada, solo acertó a suplicar que no lo hiciese.
El hombre manteniendo su rostro pegado al de ella siguió susurrándole al oído que no diría nada si aceptaba tomar un café con el.
Sara acepto de inmediato, y el hombre susurrando en su oído le dijo que la esperaba en el bar de enfrente, que debía salir detrás de el mirando al suelo, solo cogida de su mano, no debía alzar la vista hasta que el no dijese lo contrario, no debía de hablar hasta que el no dijese lo contrario.
Sara hizo un gesto afirmativo con la cabeza y siguió al hombre tal y como el la había dicho, se sentía como una ciega, se preguntaba porque había accedido, pero sin saber la razón aquella situación le gustaba, la excitaba, quizá sólo fuese otra de sus fantasías aunque esta le pareciese una de las mas complicadas de llevar a cabo.
Cuando llegaron al bar el hombre giro sobre sus talones, quedando frente a frente, mientras le dijo que no levantase la cabeza, pero que podía responder, le pregunto si deseaba seguir adelante con aquel juego, ella respondió afirmativamente, entonces le sugirió que fuese al baño y se deshiciese de su ropa interior.
Sara de nuevo quedó inmóvil, se preguntaba que clase de pervertido era aquel hombre, no reaccionaba hasta que el le dijo suavemente aunque con un tono autoritario... Ahora.
Sara obedeció sin pensar, se dirigió al baño y cuando salió del baño vio al hombre sentado de espaldas a ella. Volvió donde el estaba y quedo esperando detrás de el, anunciando que ya había vuelto. El le dijo que podía sentarse frente a el y que ya podía mirarle a la cara. Sara descubrió el rostro de un hombre algo mayor que ella, con el pelo cano y una mirada fría, esos ojos grises que se clavaban en ella, en su escote. El hombre le sonrió cálidamente, aquella sonrisa contrastaba con la mirada, aunque hizo que se relajase, el camarero sirvió dos cafés humeantes, a Sara no le gustaba nada el café, aunque no dijo nada y empezó a removerlo sin poder evitar que le temblase el pulso, el hombre la observaba sin decir palabra lo que la ponía nerviosa, cuando por fin dijo ... separa las piernas , querida.
Ella obedeció instintivamente separando sus piernas y noto el aire frío que se colaba por debajo de su falda, enfriando su coño mojado.
El hombre sonrió, y ella sonrió a su vez.
Cuando salieron del bar, se dio cuenta que nada sabía de el así que se atrevió a preguntar su nombre, el le dijo que lo sabría cuando llegase el momento y le dijo que le siguiese.
Al fin llegaron a un aparcamiento subterráneo, mientras bajaban en el ascensor el hombre se acerco a ella, la hizo girar sobre sus talones poniéndola de espaldas a el.
Sara bajo la cabeza dejando su nuca al descubierto sintiendo el aliento del hombre pegado a su piel.
El hombre le pregunto si se encontraba bien, ella respondió que si, entonces el se acerco aun mas a ella , le pasó un brazo por la cintura y la atrajo hacía el. Cuando estaban pegados, doblo una rodilla y la metió entre las piernas de Sara, haciendo que las separase y comenzó a besarle el cuello. Sara se dejo hacer, notaba como su coño volvía a empaparse. El hombre subió la mano que la atrapaba y la introdujo por debajo de la blusa acariciando sus pechos, dibujando círculos en sus pezones erectos, pellizcándolos.
Aquella sensación hizo que Sara se separase unos centímetros del hombre , el cual retorciendo los pezones la volvió a atraer hacia el.
Sara se mantenía inmóvil, excitada ,con los ojos cerrados, cuando oyó el timbre del ascensor y asustada hizo un intento de separarse del hombre, el cual la dijo que siguiese con los ojos cerrados y la empujo a salir del ascensor, empezaron a andar sin saber donde la llevaba, sin sacar la mano de debajo de la blusa, sin abrir los ojos.
Ella noto como el hombre abría una puerta, y la empujaba a traspasarla. Una vez dentro de no sabia donde, la puerta se cerro tras de ellos. El hombre la volvió a atraer hacia el, Sara noto como la verga del hombre estaba hinchada, empezó a restregar su trasero contra el pantalón del hombre, el le pellizco de nuevo los pezones, mientras con la otra mano levantaba la falda de Sara y acariciaba su sexo.
Sara se sentía muy excitada, mientras el hombre la acariciaba, sentía que se le doblaban las rodillas, notaba la polla del hombre contra su trasero, deseaba que la pusiese a cuatro patas y la follase allí mismo. No podía evitar que los gemidos de placer escapasen de su garganta.
De repente el hombre soltó sus pechos y abandono el sexo de Sara la giro frente a el y la hizo lamer su mano, empapada de sus propios jugos, cogiendola de los hombros la empujo hacia abajo, haciendo que se arrodillase frente a el y alzándole la barbilla, le levanto la cabeza, haciendo que quedase pegada a su bragueta.
Sara levanto sus manos para bajar la cremallera del pantalón, pero no era eso lo que el quería así que la agarro del pelo y tiro de el hasta que Sara volvió a bajar las manos.
El hombre le ordeno que se acariciase, que así tendría las manos ocupadas, mientras el acercaba su cuerpo a la cara de Sara.
Sara restregaba su cara contra la bragueta del hombre, acariciando, queriendo lamer.
De repente el hombre se separo de ella y la dijo que dejase de tocarse, le pregunto su numero de móvil y le dijo que ya recibiría noticias de el y que ahora debía marcharse.
Sara quedó arrodillada en el suelo y abrió los ojos cuando se cerro la puerta tras los pasos del hombre. Se levanto y se fue a casa incrédula por lo que le había pasado y deseando volver a tener noticias de aquel hombre.

Pasaron varios días hasta que recibió la llamada de aquella voz que susurraba.

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